miércoles, 14 de septiembre de 2016

El transporte en el Cerro en el siglo XIX y los sellos cubanos



Por: Juan Hernández Machado, Premio Nacional de Filatelia 2012 y Presidente del Círculo Filatélico Cerro

Cuando se profundiza en la historia local de los barrios que hoy componen la ciudad de La Habana, no hay dudas que el del Cerro fue uno de los que mayor expansión y desarrollo alcanzó fuera de los muros que rodeaban el centro de la hoy capital cubana. Ese desarrollo de la ciudad hizo que para la cuarta década del siglo XIX los barrios del Cerro y Carraguao cobraran gran esplendor y se incrementara el nivel habitacional de los mismos, lo que conllevó, como es lógico, al desarrollo de los medios de  transporte en la localidad. 

Indudablemente que el surgimiento del ferrocarril en Cuba – primer país iberoamericano donde este nuevo invento entró en función, el  19 de noviembre de 1837 con la inauguración de  la línea férrea Habana- Bejucal- tuvo una tremenda relevancia en la prosperidad del Cerro.
Se conoce que fue Don Claudio Martínez de Pinillo, Conde de Villanueva y Presidente de la Real Junta de Fomento, quien promovió ante la Reina de España la creación de nuestro ferrocarril.
Este recorrido Habana-Bejucal demoraba una hora y 20 minutos y entre sus primeros movimientos de pasaje se incluyó una parada frente a la Casa de los Filtros del Acueducto de Fernando VII, por lo que se denominó “Parada de los Filtros”. Primera vinculación de estos modernos medios de transporte con el Cerro, ya que dicho acueducto fue el que reemplazó a la Zanja Real para abastecer de agua a La Habana, y también se encontraba en esta localidad.
Hasta principios de la década de 1860 este ferrocarril se fue extendiendo hacia el este y hacia el oeste, por lo que    se adicionaron otras paradas en Infanta, San Martín, Tulipán y Ciénaga, entre otras, al pasar el territorio del Cerro.
El Centenario del ferrocarril fue conmemorado por nuestro correo en 1937,  al sobrecargar el sello emitido en 1927 por el 25 aniversario de la República, con “PRIMER  CENTENARIO. Ferrocarril de Cuba” y el diseño de la primera locomotora, a la vez que se habilitaba con el nuevo valor de 10 centavos

De forma similar se fue desarrollando el transporte mediante carruajes, no solamente los particulares pertenecientes a las familias burguesas y de la aristocracia colonial, sino también aquellos que fueron aportados por  diferentes compañías creadas al efecto, las cuales llenaron las calles del Cerro con los más diversos quitrines, volantas, calesas y medios similares de origen foráneo que se adaptaron a las condiciones de nuestro clima.
A mediados de la década del 30 del siglo XIX, surgieron carruajes de mayor capacidad con itinerario fijo, para unir al Cerro con la ciudad de intramuros, los cuales fueron denominados ómnibus-diligencia, o simplemente ómnibus.
La llamada entonces Empresa de Ómnibus de la Habana al Cerro, que fuera la primera empresa de ómnibus interurbano, era quien regenteaba esos ómnibus-diligencia, los cuales si bien fueron de gran utilidad para los señoritos residentes en intramuros y con sus amores en el Cerro, no les completaba la dicha, ya que el último ómnibus salía del Paradero del Cerro a las 10 p.m. y so pena de perderlo, debían renunciar a una hora de sus visitas amorosas que generalmente eran autorizadas por las familias hasta las 11 p.m.
Los años siguientes fueron testigos del surgimiento de nuevas empresas con el mismo recorrido Habana-Cerro, pero lejos de mejorar el servicio como era de esperar, motivó un enfrentamiento no muy limpio entre las mismas, el cual ocasionó accidentes y denuncias, que motivaron que hasta el propio Capitán General tuviera que intervenir, ordenando en 1846 un Reglamento para normar la situación. Entre las medidas   se estipulaba que los coches de diferentes compañías debían salir con no menos de 10 minutos de diferencia y guardar tres cuadras de distancia con los de sus competidores.
El propio desarrollo del Cerro motivó que intelectuales, jornaleros, miembros de sectores humildes  y hasta negros libres se fueran asentando en el lugar, lo que los hizo también usuarios de esos medios de transporte inicialmente prerrogativa de los burgueses y aristócratas.
El predominio de esos medios de transporte se mantuvo hasta finales de la década de 1850, porque  la Empresa General de Ómnibus de la Habana había mitigado un poco la rivalidad ínter empresas al concentrar la mayor parte del transporte Cerro- intramuros.
Para esa fecha, surgió una empresa tranviaria, concebida como “ferrocarril urbano” y de ahí su nombre- Empresa de Ferrocarril Urbano de La Habana- que también utilizando coches de tracción animal mejoraba el servicio pues los mismos rodaban por líneas férreas tendidas en las calles.

Lìnea Habana. Cerro usaba modelos similares a èste
En 1863 se unifican las dos empresas anteriores y se asigna al tranvía la cobertura de la línea Cerro- Habana intramuros. Los coches del Cerro se identificaban de noche por llevar una luz verde.
Un residente del barrio del Pilar, Don Pedro Estanillo Trueba, hace su aporte en 1884 al crear una nueva empresa de ómnibus de tracción animal a la que llamó “El Bien Público”.  Los mismos fueron conocidos popularmente como “guaguas” y su principal estación radicó en la Esquina de Tejas. Estanillo introdujo el cobro por tramos, lo cual fue muy ventajoso para quienes no tenían necesidad de trasladarse desde el Cerro hasta intramuros sino a lugares cercanos.
A fines de siglo se abrieron las vías desde el Cerro hacia Marianao y hacia el poblado de La Lisa. Otros modernos medios de transporte se fueron incorporando, pero eso será tratado en un próximo encuentro entre nosotros.




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