martes, 23 de octubre de 2018

Conozcamos a la embarcación Santa María



Por: Juan Hernández Machado, Premio Nacional de Filatelia 2012  

 
En el mundo marinero es tradición asignar un nombre a cada embarcación. Muchos pasan sin gran trascendencia, otros entran a la historia por azares de la vida, como sucediera con el nombre abuela (Grandma) que tenía el yate que comprara Fidel Castro Ruz en 1956 para venir a conquistar la verdadera independencia de Cuba y que deviniera en el ya famoso Granma,  y existen los que con solo mencionarlos abrimos un capítulo completo en la historia de la humanidad: ese es el caso de Santa María.
Cuando se pronuncian esas dos palabras, inmediatamente nos remontamos al primer viaje de Cristóbal Colón a nuestro continente.

Aunque muchas personas se dejan llevar por la corriente y se refieren a las tres carabelas utilizadas en dicho viaje, queda claro por los datos históricos que la Santa María no era una carabela, sino una nao.
Las naos eran una evolución de las cocas medievales caracterizadas por tener tres mástiles dotados de velas cuadras  (algunas usaban velas latinas- triangulares) y tener castillos en proa y en popa.
La Santa María, propiedad de Juan de la Cosa, fue la mayor, aunque la más lenta,  de las embarcaciones utilizadas en ese viaje de Colón. Tenía 36 metros de eslora y tres mástiles, con una capacidad de carga de hasta 51 toneladas actuales. Al inicio se llamó La Gallega y los marineros la llamaban Marigalante. Sin embargo, Fray Bartolomé de las Casas nunca le dio esos nombres, sino que la llamaba La Capitana o La Nao.
Como se conoce, la Santa María encalló en la costa noroeste de la hoy República Dominicana, quedando inservible. Parte de su madera se utilizó para construir un fortín  llamado Fuerte Navidad.


Esta es una de las embarcaciones más divulgadas en la filatelia universal, no solamente por los países que tuvieron que ver de alguna forma con el primer viaje de Cristóbal Colón a América, sino por muchos otros.
Bella embarcación, ¿verdad?  Bueno, pues no renuncie a conocerla mejor y comience a atesorar los sellos y elementos postales que la muestran y a lo mejor se inclina por la temática de embarcaciones, la cual le llevará por los siete mares a lo largo de los siglos en aventuras de las más interesantes.
Dígamelo a mí que cuando regreso de los viajes de Colón, me uno a Thomas Cook para viajar por el Pacífico a espera que mejore el tiempo para seguir por los caminos de Shackleton en la Antártida.
 

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