jueves, 18 de octubre de 2018

Crimen que nunca se olvida



 Por: Juan Hernández Machado, Premio Nacional de Filatelia 2012.


Cuando uno es humillado, maltratado o pierde un ser querido por una acción criminal nada es más humano que desear que se haga justicia con el autor o autores del atropello. Y si es un hecho en el cual  se asesinaron  a 73 personas, la necesidad de que se adopten medidas con el responsable se hace imperativa. ¡Qué decepción cuando nada sucede!

Ese es el caso del vuelo 455 de Cubana de Aviación que despegara del aeropuerto de Barbados hacia la Habana el 6 de octubre de 1976.


Cuando ese vuelo,  que en breve tiempo los pondría en la capital de la mayor isla del Caribe, despegó de Barbados, llenó de alegría a los integrantes del equipo juvenil cubano de esgrima, quienes acababan de ganar todas las medallas en un recién terminado evento deportivo en Venezuela.

Los estudiantes guyaneses que venían a bordo estaban ansiosos por iniciar sus estudios superiores en el país hermano; y la delegación de Corea Democrática también esperaba encontrar magníficas experiencias en ese lejano país del que todos hablaban con tantos elogios.

Pero todo transcurrió en cuestión de segundos. Cuando el avión aún se encontraba a la vista del aeropuerto, dos fuertes explosiones a bordo pusieron fin trágico al viaje y a la vida de los 73 pasajeros y tripulantes que iban a bordo de la nave del tipo DC-8.

No demoraría mucho en conocerse que el responsable de la macabra acción era el connotado terrorista de origen cubano residente en los Estados Unidos de América y viejo asociado de la Agencia Central de Inteligencia, Luís Posada Carriles.

Contó con el apoyo de su coterráneo Orlando Bosh y de los brazos ejecutores de Freddy Lugo y Hernán Ricardo, terroristas a sueldo, quienes habían abandonado el vuelo 455 en la escala que hiciera en Barbados.

Han transcurrido   42 años de esa bárbara acción,   los dos responsables principales  nunca fueron  enjuiciados y murieron de forma natural en el país que los formó como terroristas y los protegió hasta el final de sus días.

Mientras, los familiares de las 73 víctimas y todo el pueblo cubano esperan que, al menos, exista un gesto de respeto a su dolor por parte de los gestores de esta bárbara acción. Aún recuerdo a Inés Luaces, miembro del equipo de esgrima. Quien fuera alumna mía cuando cursaba el  décimo grado en la ciudad de Camagüey, lo contenta que estaba antes de partir para la competencia.

Para nuestra satisfacción y también como forma de denuncia a la ausencia de justicia en este caso, la filatelia cubana sí se ha solidarizado con quienes allí perecieron y sus familiares.



No hay comentarios:

Publicar un comentario