Por: Juan Hernández Machado, Premio Nacional de
Filatelia 2012
En el
mundo marinero es tradición asignar un nombre a cada embarcación. Muchos pasan
sin gran trascendencia, otros entran a la historia por azares de la vida, como
sucediera con el nombre abuela (Grandma) que tenía el yate que comprara Fidel
Castro Ruz en 1956 para venir a conquistar la verdadera independencia de Cuba y
que deviniera en el ya famoso Granma, y
existen los que con solo mencionarlos abrimos un capítulo completo en la
historia de la humanidad: ese es el caso de Santa María.
Cuando se
pronuncian esas dos palabras, inmediatamente nos remontamos al primer viaje de
Cristóbal Colón a nuestro continente.