martes, 5 de marzo de 2019

Mujeres pilotos: Amelia Earhart



Por: Juan Hernández Machado, Premio Nacional de Filatelia 2012

Hoy es común ver a la mujer practicando diferentes oficios y profesiones que en sus inicios sólo estuvieron reservadas para los hombres. Sin embargo, eso no era frecuente en los primeros 30 años del siglo anterior. Y ahí radica el mérito de la Estadounidense Amelia Earhart.  Amelia nació en 1898 en el Estado de Kansas y a temprana edad conoció de la separación de sus padres debido al alcoholismo de su progenitor. Ese hecho marcó su vida para siempre, al hacerla decidir que sería una mujer independiente. Sirvió como asistente en un hospital militar en Toronto, Canadá, durante la Primera Guerra Mundial y posteriormente se inscribió para cursar estudios de medicina en la Universidad de Columbia, ciudad de Nueva York.

Pero su papá logró reivindicarse y estableció un bufete de abogados en California. Allí fueron Amelia y su mamá a reunificarse con él.
Esa zona de Estados Unidos estaba en pleno apogeo del desarrollo de la aviación y Amelia fue a ver un espectáculo aéreo en el cual pudo subir a uno de los aviones gracias a la intervención del papá. Este hecho definió su futuro.

En junio de 1921 hizo sola su primer vuelo y para 1922 ya había comprado su primer avión y estableció record  de altura para una mujer, al volar a 14 mil pies de altura.
Problemas familiares de nuevo la hicieron vender su avión y tratar de reiniciar la carrera de medicina pero finalmente la abandonó.
El vuelo intercontinental solo de Charles Lindbergh en 1927 causó sensación y los caza fortunas trataron de sacarle partido de inmediato El millonario inglés Frederick Guest quiso contratar una tripulación donde estuviera una mujer para volar a través del Atlántico.
Y Amelia fue la seleccionada por tener licencia de vuelo y estar  decidida a aventurarse  en ese riesgoso empeño.
 Junto a los pilotos Louis Gordon y Wilmer Stulz, partió  en un trimotor Fokker F.VII llamado “Friendship”,  el 17 de junio de 1928, desde la bahía de Trepassey,  Boston y arribaron a Irlanda luego de 20 horas y 40 minutos de vuelo.   De esa forma Amelia  se convertiría en la primera mujer que atravesó el Atlántico como pasajera.
“Veinte horas y cuarenta minutos” fue el título de su libro sobre este vuelo, el cual la dio a conocer nacional e internacionalmente, pero en su fuero interno estaba descontenta porque había ido como pasajera y no había piloteado el avión, decidiéndose a repetir la aventura, pero esta vez sola.
El 5 de mayo de 1929, en un avión Lockheed Vega, hizo el vuelo directo entre Nueva York- Nueva Jersey- Ciudad de México, en 14 horas y 19 minutos.
Dos años más tarde, el 8 de abril,   se convirtió en la primera mujer que voló sola en un autogiro de la compañía PITCAIR y batió el record mundial de altura en ese tipo de medio al ascender a cinco mil  613 metros.
El 20 de mayo de 1932, cinco años después de la hazaña de Lindbergh, salio de Harbour Grace, Terranova y tras recorrer tres mil  918 kms. en 13 horas y 33 minutos descendió en Londonderry, Irlanda.

Su hazaña, aunque no tan reconocida, superó la de Lindbergh ya que con ella se convirtió en la primera mujer en volar sola sobre el Atlántico, la primera persona en sobrevolarlo dos veces, la mayor distancia volada por una mujer de forma ininterrumpida y el récord por cruzar el Atlántico en el menor tiempo.
Los amantes de la filatelia también se han beneficiado de la audacia de esta mujer pues a partir de ese vuelo comenzó a transportar correspondencia filatélica para dejar constancia de sus hazañas.
En esa oportunidad transportó 50 sobres numerados que recibieron los matasellos de salida y llegada,  los cuales fueron firmados por ella.
Los reconocimientos recibidos por ese vuelo fueron diversos: la medalla de la Nacional Geographic Society entregada por el Presidente Hoover; la llave de varias ciudades de los Estados Unidos; la Cruz de Vuelo Distinguido, otorgada por el Congreso por primera vez a una mujer.
Todo sirvió de aliento y apoyo a nuevos empeños en el desarrollo de la aviación.
Tal vez uno de sus vuelos más celebrados haya sido el que hiciera el 11-12  de enero de 1935 desde Hawai a Oakland, California. Durante ese vuelo recorrió dos mil 400 millas en 18 1/4 horas y transportó 49 piezas de correo.
Según el AMERICAN AIRMAIL CATALOGUE, quinta  Edición,1987, de la Sociedad Americana de Correo Aéreo, cada sobre de ese vuelo se valoraba en mil 500 dólares en esa época.
Otro vuelo de gran significación para ella y para la historia de la aviación fue el que hiciera el 8 de mayo de 1935 desde Ciudad México a Newark, New Jersey en el cual transportó 35 piezas postales franqueadas.

 Éstas incluían el sello aéreo de 20 cts. de México, habilitado para la ocasión con la inscripción “ Amelia Earhart-Vuelo  de Buena  Voluntad-México-1935” .  Todas las piezas fueron certificadas y llevaban una constancia manuscrita y la firma de Amelia.
Su empeño en continuar con las investigaciones sobre aeronáutica le valió que la Universidad de Purdue estableciera un fondo especial a tal efecto el cual pusiera a su disposición y con ello modificó un avión Lockheed Electra a fin de incrementar la carga de gasolina para extender  su alcance a cuatro mil  500 millas.
Todo con la idea de enfrentar su mayor reto: volar alrededor del mundo.
Luego de un intento fallido en marzo de 1937, el 20 de mayo de ese año junto al Capitán Fred   Noonan salieron de Oakland, California hacia el este. En ese vuelo llevaba consigo diez mil  sobres especiales que serian vendidos a través del dealer filatélico Jacques  Minkus en la tienda por departamentos Gimbel,  de   Nueva York.
Cubrieron la ruta a través de Brasil, África y la India, llegando a Lae, Nueva Guinea el 1 de julio. El día 2 partieron hacia la isla de Howland, un tramo de dos mil 556 millas y la falta de combustible les impidió llegar a su destino, desapareciendo sin dejar rastros.
Amelia y algunos de los elementos de ese intento por  volar alrededor del mundo han sido incluidos en emisiones postales de Estados Unidos,   República Popular del Congo, Malí, Surinam, las Islas Marshall y Niuafo’ou, territorio de Nueva Guinea.
Sin dudas  la médica frustrada, devenida recordista y pionera en la aviación mundial, merece el reconocimiento y respeto de las nuevas generaciones que también la admiran por haber demostrado que en cualquier obra en la cual la mujer esté presente, la engrandece sensiblemente.





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