lunes, 9 de abril de 2018

Un joven habanero de 190 años


Por: Juan Hernández Machado, Premio Nacional de Filatelia 2012

Sí, no se sorprenda, porque en una ciudad que está a punto de llegar al medio milenio es normal encontrar muchos lugares centenarios, solo que gracias al cuidado y la dedicación de las autoridades y el pueblo  es posible verlos como si hubieran sido construidos ayer. Ese es el caso del Templete de La Habana.
Según conocedores, esta es una de las obras civiles que mayor influencia tuviera en la arquitectura cubana. Se levanta como un templo dórico griego, con una fachada conformada por un pórtico de seis columnas que sostienen un friso decorado y tiene un prominente frontón que muestra una inscripción para recordar su inauguración.


Nuestro joven amigo se encuentra en la llamada Plaza de Armas en la parte vieja de la ciudad de La Habana, la cual  tiene la categoría de Patrimonio de la Humanidad otorgada por la UNESCO.
Fue construido a propuesta del entonces Capitán General de Cuba Francisco Dionisio Vives, en el lugar donde se fundara la Villa de San Cristóbal de La Habana en 1519, donde se plantara inicialmente una ceiba y se mantenía como lugar de recordación de ese acontecimiento, pero sin esta bella construcción. La misma se terminó de construir en 1828. Alberga una fuerte ceiba y la llamada Columna de Cajigal.

Esta columna la mandó a construir el entonces Capitán General de Cuba Francisco Cajigal de la Vega en 1754, al morir la primera ceiba que se plantara, y tiene una imagen de la Virgen del Pilar, patrona de los navegantes españoles. Cajigal fue nombrado en ese cargo en 1747 y lo mantuvo hasta 1760.
Varias han sido las ceibas que ha tenido el Templete como tal, pero todas han sido vitales porque son el centro de la tradición del 16 de noviembre.
Para conmemorar la fundación de la ciudad y como herencia de la mezcla española y africana que posibilitaran el surgimiento de la nacionalidad cubana, los habaneros dan tres vueltas a la ceiba, echan una moneda a sus raíces y en silencio formulan un deseo en espera de que el mismo sea cumplido.
Aunque este es un acto muy personal y no se divulga lo que cada cual pidió, estoy seguro que son muchos los que han deseado sus parabienes a esta madre centenaria que nos alberga y que debemos cuidar y embellecer en todos los sentidos para que pueda continuar siendo Ciudad Maravilla y a través de sus edificaciones contarnos nuestra historia, como hace a diario este joven habanero de 190 años.

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