lunes, 9 de marzo de 2020

Correo por catapulta, un servicio interesante

Por: Juan Hernández Machado, Premio Nacional de Filatelia 2012
Foto tomada de Filatelia desde Cuba

Desde el surgimiento del primer sello de correos, el 6 de mayo de 1840 en Inglaterra, las autoridades postales de los diferentes países han ofrecido múltiples servicios destinados a satisfacer las necesidades de la población.

Uno de los más interesantes, motivado por la necesidad de que la correspondencia se trasladara con premura y al entonces poco desarrollo de la aviación fue el correo por catapultas.
Veamos cómo funcionaba.
Algunos buques de línea de fines de la década del 20 del siglo XX fueron equipados con un pequeño avión que, cargado con la correspondencia de los pasajeros y autoridades del buque, era catapultado un día antes de que el mismo llegara a su destino. A su regreso, el avión amarizaba al lado del buque y posteriormente era subido a la embarcación con unas grúas.  De esa forma se ganaban 24 horas en la tramitación de la correspondencia de cierta urgencia, si consideramos que una buena parte de los pasajeros de esos buques trasatlánticos eran hombres de negocios.
El servicio costaba aproximadamente tres veces lo que el franqueo normal de la correspondencia, en dependencia del país que lo ofrecía. La correspondencia llevaba un gomígrafo impuesto por la autoridad postal embarcada en el buque correspondiente, con los datos del correo por catapulta, nombre del buque y destino final del vuelo.
Francia inició este servicio en agosto de 1928 con su trasatlántico Ile de France, que procedía de los Estados Unidos. Un día antes de llegar a su destino lanzó el pequeño avión usando la catapulta. Las cartas llevaron una sobretasa por valor de 10 francos. Los sellos usados fueron preparados por el agente francés de correo en Nueva York, Jules Cohen, quien hizo sobrecargar 900 sellos con la imagen de Luís Pasteur, como el que ilustra la carta en esta foto.
Pero realmente fueron las navieras alemanas las que más usaran este servicio especial que ofrecían a todos los pasajeros de su propio país como a aquellos que abordaron en puertos intermedios. Esto permite otra curiosidad, como se puede apreciar en la foto siguiente, y es que la carta con sellos españoles, es enviada desde la dependencia postal a bordo del buque alemán hasta su destino final, los Estados Unidos.
Con el desarrollo de la aviación, que permitió los vuelos intercontinentales, este tipo de servicio desapareció, pero sin dudas, es muy interesante y para nosotros los coleccionistas es una suerte que podamos contar aún con piezas que fueron transportadas mediante este sistema.

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