Por: Juan Hernández
Machado, Premio Nacional de Filatelia 2012 y Presidente del Círculo Filatélico
Cerro

Y posteriormente al
surgimiento del sello adhesivo y para garantizar la entrega de la
correspondencia ya con el nuevo elemento incorporado, se utilizaron los mismos
sistemas que habían sido concebidos anteriormente.
Sin embargo, sistemas
como el de postas- uno de los primeros utilizados- no surgieron en el momento
sino que encuentran registrados en épocas antiquísimas del desarrollo humano.
El primer sistema de
postas para el correo regular fue creado por el Rey Ciro, de Persia (hoy Irán)
en el año 539 antes de nuestra era. El
mismo consistía en establecimiento de establos a lo largo de una ruta
determinada y la creación de un cuerpo de jinetes que cabalgaban en relevo
entre las mismas.

Un ejemplo similar
pero sin postas, con mensajeros especializados que recorrían toda la ruta, era
el sistema de correos del Gran Inca quien disponía de los llamados “chasquis”,
los cuales transportaban su correo.

La logística de estos
sistemas fue dejando anécdotas interesantes
como el funcionamiento del correo durante el reinado de Felipe V en
España, después de aprobarse el Reglamento General del Correo en 1720.
Se debía pagar 8 ½
reales por legua recorrida y en ese monto iba incluido el alquiler de los
caballos y la propina—llama agujeta—para el postillón o mozo que se encargaba
de que los caballos regresaran en perfecto estado a la posta de donde habían
salido.
Pero esta es sola una de las curiosidades pues los
primeros modelos en terrestres de correo funcionaron con carretas tiradas por
bueyes en la India. En
los confines más alejados de la tierra rusa y en Escandinavia fueron los
trineos tirados por renos, los que
llevaron el peso de esta actividad.

Más de 60 países del
mundo han hecho múltiples emisiones postales para reflejar la historia del
correo a nivel mundial y buena parte de ellas se dedican a los primeros modelos
terrestres.
A nosotros nos
enseñaron mucho. ¿Por qué no prueba usted para recorrer en camello las
ardientes arenas del Sahara, o en trineos tirados por renos en la Kamchatka rusa? Vale la
pena.
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