sábado, 14 de enero de 2017

Filatelia: la importancia del estudio



Por: Juan Hernández  Machado, Premio Nacional de Filatelia 2012 y Presidente del Círculo Filatélico del Cerro

 
Al escuchar la palabra filatelia,  el primer pensamiento para muchas personas es que es algo relacionado con el coleccionismo de sellos de correos. Y no dejan de tener razón, salvo que para que  el concepto esté completo hay que ir  un poco más allá y ahí es donde radica la diferencia.

Si bien el coleccionismo es lo básico pues sin las piezas no se hace nada, lo que hace la diferencia es el estudio de las mismas, ya  que incrementa el conocimiento y la cultura del coleccionista y, en no pocas ocasiones, le permite saber que no siempre podemos guiarnos a ciegas por lo que refleja un sello de correos determinado.

En ocasiones, y por múltiples razones humanas, el diseñador de un sello nos lleva por caminos equivocados. Si el coleccionista no realiza la debida investigación puede llegar a conclusiones erróneas al terminar su obra filatélica, con fines expositivos o propios.

El sello que ilustra este trabajo es el 25 liras, emitido por Italia el 19 de mayo de 1956, en ocasión de celebrarse el  aniversario 50 del túnel Simplon. Es un sello que tiene perforación 14 y marca de agua “estrellas múltiples”.

Recordemos que en filatelia se conoce como perforación la cantidad de “dientes” en los lados del sello que caben en 2 centímetros  y como marca de agua o filigrana la marca de seguridad que se hace sobre el papel donde se imprimen los sellos.

Ambos elementos son importantes pues podemos encontrarnos dos piezas iguales en su valor facial, en su diseño, color y todos los otros datos que llevan los sellos y ser diferentes por su dentado y por tener o no tener una marca de agua determinada.

Pero, volviendo a nuestro amigo de 1956, su diseño presenta varios errores interesantes.

Primero, el coche reflejado a la izquierda del túnel es una reproducción de la pintura “Gotthard Mail”, de Rudolf Koller, sin hacerse mención a la misma, que no está relacionada con  el servicio de correos en Italia.

Luego, se refleja la vieja calle Simplon a la izquierda del ferrocarril, cuando debiera estar a la derecha del mismo, como correspondía a la realidad.

Por otra parte, se refleja un túnel con dos arcos y, por ende, dos carriles, cuando realmente tenía solamente uno.

Por último, la imagen muestra una locomotora de vapor, cuando para la apertura del mencionado túnel, en 1906,  ya la propulsión de las máquinas ferroviarias en Italia había pasado a una etapa superior.

Algo parecido sucedió, por poner otro ejemplo,  con la emisión cubana de 1993 por el aniversario 60 del vuelo de los españoles Barberán y Collar, Sevilla- Camagüey, vuelo que por su importancia en la época,  se incluye entre los anales de la aviación.

Tal vez el error más simple, y perdonable, haya sido colocar el avión en posición inversa a como se hizo el vuelo, porque está en la posición Camagüey- Sevilla. Lo más importante viene después.

Mientras que en el vuelo original de 1933 se utilizó un monomotor, francés, Breguet XIX, este sello nos muestra un remedo del trimotor Ford, de la época. Por otra parte, la cola del avión tampoco corresponde a la que tenía el Breguet antes mencionado, sino a la de un hidroavión PBY-5 de construcción estadounidense.

Por ello, guardar sellos puede satisfacer una parte de nuestra inquietud espiritual, pero practicar la filatelia implica estudiar, conocer, investigar, lo que, sin dudas, nos pondrá en contacto con nuestra rica historia y cultura a nivel universal e incrementará nuestros conocimientos.

Recuerde el refranero popular cuando dice “nunca es tarde si la dicha es buena” y si no lo ha hecho aún, valore por usted mismo todo lo maravilloso que nos ofrecen los sellos y elementos postales.


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