Por: Juan Hernández Machado, Premio Nacional de Filatelia 2012 y
Presidente del Círculo Filatélico del Cerro
Al
escuchar la palabra filatelia, el primer
pensamiento para muchas personas es que es algo relacionado con el
coleccionismo de sellos de correos. Y no dejan de tener razón, salvo que para
que el concepto esté completo hay que ir
un poco más allá y ahí es donde radica
la diferencia.
Si
bien el coleccionismo es lo básico pues sin las piezas no se hace nada, lo que
hace la diferencia es el estudio de las mismas, ya que incrementa el conocimiento y la cultura
del coleccionista y, en no pocas ocasiones, le permite saber que no siempre
podemos guiarnos a ciegas por lo que refleja un sello de correos determinado.
En
ocasiones, y por múltiples razones humanas, el diseñador de un sello nos lleva
por caminos equivocados. Si el coleccionista no realiza la debida investigación
puede llegar a conclusiones erróneas al terminar su obra filatélica, con fines
expositivos o propios.
El
sello que ilustra este trabajo es el 25 liras, emitido por Italia el 19 de mayo
de 1956, en ocasión de celebrarse el aniversario
50 del túnel Simplon. Es un sello que tiene perforación 14 y marca de agua
“estrellas múltiples”.
Recordemos
que en filatelia se conoce como perforación la cantidad de “dientes” en los
lados del sello que caben en 2 centímetros
y como marca de agua o filigrana la marca de seguridad que se hace sobre
el papel donde se imprimen los sellos.
Ambos
elementos son importantes pues podemos encontrarnos dos piezas iguales en su
valor facial, en su diseño, color y todos los otros datos que llevan los sellos
y ser diferentes por su dentado y por tener o no tener una marca de agua
determinada.
Pero,
volviendo a nuestro amigo de 1956, su diseño presenta varios errores
interesantes.
Primero,
el coche reflejado a la izquierda del túnel es una reproducción de la pintura
“Gotthard Mail”, de Rudolf Koller, sin hacerse mención a la misma, que no está
relacionada con el servicio de correos
en Italia.
Luego,
se refleja la vieja calle Simplon a la izquierda del ferrocarril, cuando
debiera estar a la derecha del mismo, como correspondía a la realidad.
Por
otra parte, se refleja un túnel con dos arcos y, por ende, dos carriles, cuando
realmente tenía solamente uno.
Por
último, la imagen muestra una locomotora de vapor, cuando para la apertura del
mencionado túnel, en 1906, ya la
propulsión de las máquinas ferroviarias en Italia había pasado a una etapa
superior.
Algo parecido
sucedió, por poner otro ejemplo, con la
emisión cubana de 1993 por el aniversario 60 del vuelo de los españoles
Barberán y Collar, Sevilla- Camagüey, vuelo que por su importancia en la época,
se incluye entre los anales de la
aviación.
Tal
vez el error más simple, y perdonable, haya sido colocar el avión en posición
inversa a como se hizo el vuelo, porque está en la posición Camagüey- Sevilla.
Lo más importante viene después.
Mientras
que en el vuelo original de 1933 se utilizó un monomotor, francés, Breguet XIX,
este sello nos muestra un remedo del trimotor Ford, de la época. Por otra
parte, la cola del avión tampoco corresponde a la que tenía el Breguet antes
mencionado, sino a la de un hidroavión PBY-5 de construcción estadounidense.
Por
ello, guardar sellos puede satisfacer una parte de nuestra inquietud
espiritual, pero practicar la filatelia implica estudiar, conocer, investigar,
lo que, sin dudas, nos pondrá en contacto con nuestra rica historia y cultura a
nivel universal e incrementará nuestros conocimientos.
Recuerde
el refranero popular cuando dice “nunca es tarde si la dicha es buena” y si no
lo ha hecho aún, valore por usted mismo todo lo maravilloso que nos ofrecen los
sellos y elementos postales.
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