Como los especialistas conocen, los primeros sellos del mundo
fueron los llamados sellos de emisiones permanentes, porque sin importar el
diseño que pudieran tener, no se emitieron para conmemorar ningún
acontecimiento o persona, sino para el uso normal de correos. Lógicamente,
tenían imágenes que representaran el país donde eran emitidos.
Es a finales del S. XIX cuando algunos países comienzan a hacer
emisiones de sellos para conmemorar una persona o acontecimiento determinado,
surgiendo de esa forma lo que llamamos sello conmemorativo.
Nos sentimos honrados porque el primer sello conmemorativo cubano fuera dedicado a una mujer, por todo lo que la
mujer representa en la humanidad.
Esa emisión se
hizo el 24 de febrero de 1914 con el fin de recordar el centenario del
nacimiento de la escritora camagüeyana Gertrudis Gómez de Avellaneda. Por un
valor de cinco centavos para correo ordinario y en color azul oscuro, el sello
la muestra de costado, dentro de un círculo.
Tula, como era conocida, fue una de las escritoras cubanas más
descollantes en el siglo XIX, gloria de la cultura nacional y de las letras
iberoamericanas por sus escritos en prosa, verso y sus 18 obras teatrales.
Su infancia y adolescencia transcurrieron en la ciudad de Santa
María del Puerto del Príncipe, hoy ciudad de Camagüey. Luego, por razones de
salud, se trasladó a la ciudad de Santiago de Cuba y en abril de 1836 salió con
su familia hacia Burdeos, en Francia, y posteriormente a La Coruña, en España.
En ese viaje
compuso uno de sus poemas más conocidos, “Al partir”.
De La Coruña
pasó a Sevilla, donde difundió versos en diferentes periódicos bajo el
seudónimo de “La Peregrina”,
los cuales le ganaron muy buena reputación. En 1840 visitó Madrid, donde entró
en contacto con escritores importantes de la época y publicó al año siguiente
su primera colección de poemas.
En 1841 dio a conocer una de sus narraciones más famosas, “Sab”,
la cual es considerada la primera novela abolicionista. Más tarde, en 1844,
estrenó en Madrid su primera obra teatral, “Munio Alfonso”.
Amores intensos la dejaron sola y embarazada en el Madrid de
mediados del siglo XIX, momento en el cual escribió “Adiós a la lira”, como
despedida a la poesía al pensar que llegaba su final como escritora, pero a
pesar de la temprana muerte de su hija, se recuperó y entregó de nuevo de lleno
a la literatura.
Al ver la buena acogida por el público y la crítica literaria que
tenían sus obras, decidió presentar su candidatura, en 1854, a la Real Academia
Española, pero el exclusivismo masculino prevaleció y el puesto fue ocupado por
un hombre.
Cuatro años
después estrenó su drama “Baltasar”, cuyo éxito superó todos los anteriores y
compensó, de cierta forma, las contrariedades que había tenido hasta ese
momento.
Tras 23 años de ausencia regresó a Cuba, en 1859, y vivió aquí
durante unos cinco años. En ese tiempo fue debidamente aclamada por sus
compatriotas, considerada Poetisa Nacional durante una fiesta en el Liceo de La Habana y durante seis
meses, en 1860, dirigió “El álbum cubano de lo bueno y lo bello” en la capital
cubana.
A la muerte de su segundo esposo, decidió salir de Cuba de nuevo,
viajando a Estados Unidos en 1864 y de allí a España. Fijó su residencia en
Madrid al año siguiente hasta su fallecimiento el 1 de febrero de 1873.
La filatelia cubana nos permite tener ese bello ejemplar de La Avellaneda para unirlo
a otros de mujeres cubanas también singulares, que han embellecido la historia
pasada y reciente.
En el año 2014, en ocasión de su centenario, se emitió otro sello
en su honor, por un valor de un peso y cinco centavos para cubrir la tarifa
correspondiente a una carta nacional por correo certificado.
Y ese mismo año, en ocasión del aniversario 500 de la ciudad de
Camagüey, Gertrudis fue incluida en la emisión conmemorativa que se hiciera
para la ocasión.
Agradecidos estamos los coterráneos de esta ilustre personalidad a
nuestras autoridades de correos, por permitirnos contar entre esos pequeños
embajadores, como llamara José Martí a los sellos de correos, a este importante
símbolo de nuestra cultura provinciana, que devino nacional e internacional.
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