Por: Juan Hernández Machado, Premio Nacional de
Filatelia 2012 y Presidente del Círculo Filatélico Cerro
Esta es una expresión frecuente
que se ha escuchado en todas las partes del mundo, fundamentalmente en Europa y
países de otros continentes con tradición en la producción de este maravilloso
líquido proveniente del zumo de la uva.
Con sus particularidades, se
conoce que desde el período neolítico se fabricaba vino en las regiones que hoy
ocupan Armenia, Georgia e Irán, pasando el conocimiento y la actividad
posteriormente a regiones tan disímiles como Grecia, Egipto y China.
Lo cierto es que alrededor de un
65% de la producción mundial de uvas actualmente se dedica a la producción de
vino a nivel mundial. Este importante líquido se obtiene de la fermentación
alcohólica del zumo de la uva y su calidad no solo depende de la materia
prima que se utilice, sino también de otros factores como el clima, la latitud, la altura y la hora del
día del lugar donde se produce.
La principal variedad de uvas usada para este destino
es la conocida como la Vitis vinifera,
aunque en determinados países procesan las variedades Vitis labrusca y Vitis
rupestris.
Generalmente hay dos criterios
principales para la clasificación de los vinos: el geográfico, que es el que
predomina particularmente en Francia y en general en Europa, y el otro es de
viduño, por el tipo de uva utilizado en su fabricación, que se utiliza en los regiones y países que se
sumaron posteriormente a la comercialización vinícola, tales como California,
en los Estados Unidos, Sudáfrica o Nueva Zelanda.
El viduño es la palabra que se
utiliza en nuestro idioma para identificar las diversas variedades de la vid
utilizada en la producción de vinos. También puede utilizarse la palabra cepa.
Por ejemplo, en la variedad Vitis
vinifera tenemos subvariedades como viura,
cabernet sauvignon, zinfandel y otras con las cuales nos identifican el
tipo de vino que nos ofrecen para degustar.
Esta diferencia motiva que en las
cartas europeas nos encontremos los vinos clasificados como blancos, tintos y
rosados. Una vez seleccionado el color, generado por el tipo de uva utilizada
para la producción del zumo, se pasa a la selección de la bodega, que, por lo
general, se corresponde a una región geográfica determinada, tal como el tinto
de Rioja, en España.
El vino tinto procede del zumo de
uvas tintas, especialmente por el procesamiento de los hollejos de las uvas que
son los que contienen la mayor cantidad de colorante. Para la fabricación de
estos vinos se utiliza el método de prensado de la materia prima, que consiste
en pasar las uvas por una prensa que además sacar el zumo, facilita el paso de
los hollejos que dan el color adecuado al líquido que se quiere producir. Una
cantidad inferior de los mismos permite hacer un vino con una tonalidad más
ligera, los llamados rosados.
Por su parte, para la fabricación
del vino blanco se utiliza el método de aplastado, el cual consiste en poder
sacar el zumo de la uva sin permitir que los hollejos se unan a la materia
prima. De esa forma se impide que los colorantes de los mismos puedan
influenciar en el resultado final, además de utilizar subvariedades de uva de
coloración blanca, no roja o morada.
La maduración del vino se hace en
barricas de roble, bien europeo o americano. Según el tiempo que permanezca en
esos envases y también influyendo el tipo de roble utilizado, serán las variedades del producto final.
Por su parte, en los últimos
países incorporados a la producción de vinos, en especial en los Estados
Unidos, el énfasis se pone en el viduño de donde procede el producto.
En realidad, cuando se puede conocer
el viduño de donde procede el vino, más la bodega que lo produjo y la región
geográfica donde está situado, se puede tener una idea completa del producto
que nos están ofreciendo y su calidad.
Claro, el mundo del vino es tan
grande como el nuestro. Por ello no es nuestra intención abarcarlo todo.
Fermentación, maduración, composición del vino y del mosto, sabor y aroma,
degustación y cata, envase, transportación, y muchos más aspectos completarían el
conocimiento de este gran amigo del hombre. Lo dejamos como
tarea a quienes realmente se interesen por ampliar su educación al respecto, solo
queríamos incitarlos a hacerlo.
Nos satisface haber podido
presentarlo a través de la filatelia pues de la misma forma que esta bebida
acompañó a los cristianos en las catacumbas de Roma y ha estado presente tanto
en importantes cortes reales como en las humildes moradas campesinas de
diferentes partes del mundo, la filatelia lo ha recogido en importantes
emisiones postales.
Por ello, vamos a compartir un buen vino. ¡Y que lo disfrute!
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