Agnes Estévez García, asociada juvenil
del CF Cerro
El comandante Ernesto Che Guevara de la Serna tuvo una
fuerte relación con el deporte toda su vida. Entre algunos de los deportes que
él practicó se encuentran: ajedrez, alpinismo, atletismo, béisbol, ciclismo,
fútbol, golf, natación, rugby, clavados, tenis de mesa, pesca deportiva, tiro
deportivo y actividades a campo traviesa.
Desde pequeño le interesaron los deportes y en Argentina,
lugar donde nació, fue un apasionado a la natación y el ciclismo. Cuando
ingresó en 1947 en la Facultad de Medicina, se destacó integrándose en un club
de fútbol. Participó en la Primera Olimpiada Universitaria en dos deportes:
ajedrez y atletismo. A pesar de no existir datos concretos de lo que él logró
en esa competición, se conoce que en la lid atlética registró 2.80 metros en
salto con pértiga. En el libro “El Che deportista” se resumen algunas facetas
que ejemplifican el amor que sentía el Che por el deporte, lo cual lo ayudó con
su padecimiento de asma bronquial.
El
ajedrez era el deporte favorito de Ernesto Che Guevara, por ello en 1939
participa como espectador en la Olimpiada de Buenos Aires y conoce al campeón del oro en esa
lid el cubano José Raúl Capablanca, de 51 años. Desde los inicios en
las actividades revolucionarias en México practicaba el ajedrez,
encontrando rivales como el comandante Alberto Bayo, quien entrenaba a los
expedicionarios del Granma. Cuentan que en la Sierra
Maestra llevaba siempre un pequeño juego con piezas rústicas y en los
ratos de ocio jugaba ajedrez.
Al triunfo de
la Revolución en 1959 el Che impulsa la práctica masiva del juego
ciencia, especialmente entre niños y jóvenes; coincidió con el genial
Capablanca, quien expresó: «El ajedrez debería formar parte del programa
escolar de todos los países».
El entusiasmo del comandante Guevara por el ajedrez era tan grande que lo lleva a inscribirse en torneos de clasificación del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación, INDER, jugando desde la base hasta la obtención de la primera categoría, viéndose imposibilitado de continuar en la siguiente fase por imperativos de un viaje al exterior.
Participa en
competencias por equipos interestatales contra el antiguo Ministerio de
Hacienda, de Relaciones Exteriores, Embajada Soviética, Instituto Nacional
de Reforma Agraria (INRA), Cuerpo de Artillería y la antigua CMQ de
la Televisión Cubana entre otros.
Turkmenistán, 2007 |
El estilo de juego del Che era intuitivo, nada de rebuscamientos teóricos, ni apegado a los libros de apertura, prefería el juego táctico, basado en movimientos activos, audaces, pero claros, sobre base firme, le gustaba el juego de ataque al juego posicional. En el tablero de ajedrez al igual que en la vida, sostuvo siempre una lucha firme y sostenida por la victoria. Para el guerrillero «el ajedrez es un educador del raciocinio» pues define los valores de análisis, concentración y autocontrol que caracteriza muchas veces el carácter de todo aquel que lo juega o practica. Fue el precursor de los certámenes Capablanca In Memoriam y siempre la imagen y la acción del Che estaban presentes ya sea como fiel aficionado o activista. El Che expone lo siguiente sobre el juego ciencia: Naturalmente que el ajedrez es un pasatiempo, pero es además un educador del raciocinio y los países que tienen grandes equipos de ajedrecistas, marchan también a la cabeza del mundo en las esferas más importantes.
Una de las anécdotas
del Che fue cuando en 1962 durante la Crisis de Octubre, el Che estableció la
comandancia general en la Cueva de los Portales (municipio de La
Palma) y allí practicaba el ajedrez. Según expone el licenciado en cultura
física Jorge Luis Díaz, en la ponencia «El Che impulsa la práctica del ajedrez
en Pinar del Río» desde dicha cueva este se enfrentó en varias ocasiones
con el combatiente Francisco García Vals y con otro al cual le llamaban
Veguitas. También con Julio Ledesma y Juan González Pardo. El periodista
italiano Gianni Miná, preguntó en una ocasión al líder de
la Revolución Cubana Fidel Castro sobre las partidas jugadas con
el Che y el comandante en jefe contestó: «Bueno, el Che sabía más que yo porque
realmente él había estudiado algo del ajedrez y yo jugaba más bien por
intuición. Era un poco guerrillero y algunas partidas se las gané, pero él
ganaba la mayor parte de las veces porque sabía más ajedrez que yo y realmente
le gustaba el ajedrez».
Para el INDER y el Instituto Latinoamericano de Ajedrez (ISLA) es imposible pasar por alto el trabajo realizado por el Che en la masificación y desarrollo del ajedrez en Cuba, por ello le fue otorgado el excelentísimo título de Caballero de la FIDE en el 2009.
Como argentino
el fútbol fue otra gran pasión, cada vez que se le presentaba la
ocasión hablaba de los valores de este deporte como actividad aglutinadora y
combativa.
Su existencia como jugador resultó acotada. El límite previsible fue el asma. Igualmente, ratificando su determinación de andar contra más de una lógica, siempre realizó todo lo posible para que la respiración complicada no lo dejara fuera de la cancha. Un poco por decisión y otro poco por necedad, fue portero, el puesto que menos movilidad le exigía y con el que tenía el inhalador a menor distancia. Quienes evocaron sus actuaciones destacaron que lo que más le gustaba era revolcarse por el suelo.
Era un arquero gritón, preocupado por dominar con su voz los oídos de sus defensores. En la pequeña ciudad de Alta Gracia (en la provincia argentina de Córdoba) a uno de sus equipos lo bautizó «Aquí te Paramos el Carro». Cuando creció un poco, se integró a un equipo del pueblo cordobés de Bouer. Allí tenía una función adicional al cuidado del arco. Ocasionalmente, se le asignaba la persecución personal del mejor futbolista adversario. No era un virtuoso pero sí muy tenaz, poseía mucha fuerza y una capacidad de concentración extraordinaria. Marcar al rival más difícil no le permitía lucirse pero era una ayuda para su equipo. Por entonces, estaba dispuesto a subordinar su papel personal a la necesidad colectiva, nunca abandonó esa tendencia.
Se lamentaba de que en Cuba el fútbol no despertara el mismo interés y entusiasmo que otras disciplinas como el béisbol, por lo que trató de difundirlo y desarrollarlo. Tanto fue lo que luchó, que en 1962 logró que el famoso equipo brasileño Botafogo visitara La Habana.
che tres
Su existencia como jugador resultó acotada. El límite previsible fue el asma. Igualmente, ratificando su determinación de andar contra más de una lógica, siempre realizó todo lo posible para que la respiración complicada no lo dejara fuera de la cancha. Un poco por decisión y otro poco por necedad, fue portero, el puesto que menos movilidad le exigía y con el que tenía el inhalador a menor distancia. Quienes evocaron sus actuaciones destacaron que lo que más le gustaba era revolcarse por el suelo.
Era un arquero gritón, preocupado por dominar con su voz los oídos de sus defensores. En la pequeña ciudad de Alta Gracia (en la provincia argentina de Córdoba) a uno de sus equipos lo bautizó «Aquí te Paramos el Carro». Cuando creció un poco, se integró a un equipo del pueblo cordobés de Bouer. Allí tenía una función adicional al cuidado del arco. Ocasionalmente, se le asignaba la persecución personal del mejor futbolista adversario. No era un virtuoso pero sí muy tenaz, poseía mucha fuerza y una capacidad de concentración extraordinaria. Marcar al rival más difícil no le permitía lucirse pero era una ayuda para su equipo. Por entonces, estaba dispuesto a subordinar su papel personal a la necesidad colectiva, nunca abandonó esa tendencia.
Se lamentaba de que en Cuba el fútbol no despertara el mismo interés y entusiasmo que otras disciplinas como el béisbol, por lo que trató de difundirlo y desarrollarlo. Tanto fue lo que luchó, que en 1962 logró que el famoso equipo brasileño Botafogo visitara La Habana.
che tres
La incursión del Che en el béisbol
ha sido poco divulgada, a pesar de vincularse con ella desde mucho antes de
convertirse en el primer comandante del Ejército Rebelde. Se dice que el
Che acostumbraba jugar con el Comandante Camilo Cienfuegos.
Después del triunfo de la Revolución, las múltiples tareas no le permitían al Comandante Guevara jugar sistemáticamente a la pelota. No obstante, en varias oportunidades acompañó a Fidel Castro Ruz, Camilo y otros a los estadios, donde vistió el uniforme de occidentales y además presenció numerosos partidos.
Después del triunfo de la Revolución, las múltiples tareas no le permitían al Comandante Guevara jugar sistemáticamente a la pelota. No obstante, en varias oportunidades acompañó a Fidel Castro Ruz, Camilo y otros a los estadios, donde vistió el uniforme de occidentales y además presenció numerosos partidos.
La natación fue, en
efecto, el primer deporte al que se dedicó el Che, a la edad de cinco años ya
nadaba bien, pues su madre Celia de la Serna, había sido una excelente nadadora
de río, y él aprende a nadar en la piscina del Sierras Hotel,
cercana a su casa, en lo que su familia veía como un refuerzo
importante para el asma. Era el tiempo en que esta enfermedad lo
afectaba grandemente y los adultos que lo rodeaban concebían al deporte como
una herramienta dirigida casi en términos exclusivos a conseguir que lo aliviaran.
Los calendarios fueron demostrando que la concepción del deporte como
medicamento era restringida. Quizás, empezaba a percibirse, el asma no partiría
nunca. Pero para el Ernesto preadolescente la relación con el deporte tenía un
sentido mucho más abarcativo que el de su defensa frente a una enfermedad que
suele avasallar.
Otras
actividades que practicó fue el montañismo, realizó funciones de fotógrafo, fue
periodista deportivo. En 1955 en México, trabajó como fotorreportero para
la Agencia Latina en los Juegos Panamericanos. También incursionó en el
boxeo y se exigió hasta rendir en el ping pong, al igual que en el tenis. Le
gustaba el rugby, el cual practicó y cuando su familia regresó
a Buenos Aires.
Trabajo premiado en el concurso
“Noventa años de tu infinita presencia”, convocado por el CF Cerro para
conmemorar el aniversario 90 del natalicio de Ernesto Che Guevara
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