Por: Juan
Hernández Machado, Premio Nacional de Filatelia 2012
Lo conocimos
hace muchos años como “esquimal”,
término en otra lengua indígena, la
algonquina, que podría significar “devorador de carne cruda”. Hoy ese término
está en desuso porque ha predominado la
denominación original, “inuit”, que en ese idioma significa “el pueblo”.
Los
inuits habitan en las regiones árticas de América, Groenlandia y Siberia. Se
conoce que hace miles de años ocuparon el noreste asiático y a través del
estrecho de Bering se asentaron en el norte del continente americano.
Unos 100 mil inuits habitaban las
tundras del norte de Canadá, Alaska y Groenlandia. Al inicio desarrollaban una
vida nómada que dependía de las migraciones de los caribúes, osos, ballenas y
focas, como sustento fundamental.
Hoy, debido a la transculturación y
aunque siguen practicando algunas de sus costumbres, como la caza de focas,
están organizados en familias y aunque han asimilado bastante las costumbres
occidentales, mantienen muchos elementos culturales originales.
La filatelia canadiense los había
incluido, sin hacer mención directa a su existencia como pueblo, en 1955,
cuando emitió un sello de carácter permanente, carmelita- violeta, por valor de
10 centavos, para correo ordinario y donde se presentaba a un esquimal en un
kayak, embarcación típica.
Pero ese pueblo llevó a cabo un serio
proceso de reivindicación territorial en Canadá, el cual hizo posible que el 1 de abril de 1999 se aceptara la creación de
Nunavut, el territorio donde ellos habitan en la zona ártica de Quebec, como su
patria.
Este proceso hasta lograr su
reconocimiento oficial como pueblo influyó en las autoridades postales
canadienses, quienes incluyeron los valores del pueblo inuit en varias emisiones postales a partir de 1977.
La primera fue emitida ese año y
consiste en cuatro sellos por valor de 12 centavos cada uno e impresos en
setenant, los cuales presentan diferentes aspectos de la cultura de
subsistencia de los inuits.
El primero muestra una escultura inuit
sobre la pesca de la foca; el segundo expone la pesca con lanza en un grabado
sobre piel; el tercero, una pieza de la artista inuit Lyda Pitsiulak, presenta
la caza del caribú, y el cuarto nos brinda detalles de la caza de la morsa.
Recordemos que se conoce como emisión
en setenant cuando dos o varios sellos, diferentes en su grabado, valor y hasta
color, se imprimen unidos formando un conjunto armónico. De desprenderse, cada
sello conservaría su valor postal aunque disminuiría su valor filatélico.
En 1978 sale una emisión titulada
“Viaje a casa de los Inuits”, también de cuatro valores pero esta vez de 14
centavos cada uno. Igualmente fue impresa en setenant.
Estos muestran un diseño de Pitseolak,
que presenta a una mujer comerciante; una talla de marfil de Abraham
Kingmeatook con perros; la migración inuit y un avión grabado sobre piel.
Al año siguiente sale la emisión “Los
Inuits, la comunidad”, de cuatro valores de 17 centavos cada uno, impresa en
setenant, los cuales muestran respectivamente: la tienda del otoño, el iglú, la
danza y a dos figuras en un tambor, una pequeña y una grande.
Cierran estas emisiones conmemorativas
especiales con la de 1980, llamada “Los Inuits, lo sobrenatural”, también de
cuatro valores, dos de 17 centavos y dos de 35 centavos, impresos en setenant
por parejas.
Los de 17 centavos muestran
respectivamente a una escultura de Sedna, diosa legendaria del pueblo inuit,
hecha por Shoona Kiawak y una estampa del artista Kenojowak, que señala el
regreso del sol.
Mientras, en los de 35 se pueden
apreciar el espíritu del ave, en escultura hecha por la artista inuit Doris
Hagiolok y la estampa “El chamán”, de Simón Tookoone.
Canadá hizo en 1993 una emisión de
cuatro sellos postales por valor de 43 centavos cada uno, la cual dedicó a
mujeres famosas de ese país y uno de ellos presenta a la artista inuit
Pitseolak Ashoona.
Fueron incluidos los inuits en el año
2000 en la emisión de cuatro valores postales de 46 centavos cada uno, titulada
“Pueblos autóctonos de Canadá”, que consta de una hojita filatélica.
Uno de esos valores muestra a un
Chamán de los inuits en 1748.
Recordemos que en las comunidades
cazadoras y recolectoras, el chamán era un exponente de la sabiduría y entre
sus funciones estaba comunicarse con los espíritus para enmendar los errores de
su comunidad.
Es muy interesante que uno de nuestros
pueblos autóctonos, sin abstraerse de la realidad de más de 500 años de
influencia foránea, haya podido encontrar su lugar particular donde perpetuar
los valores de su cultura tradicional.
Agradecemos a la administración postal
canadiense el facilitarnos a los coleccionistas todas estas emisiones donde se
muestran los valores de ese combativo y simbólico pueblo americano, conocer su
sabiduría y a la vez acompañarlo en sus viviendas tradicionales y en sus
labores diarias, esta vez sin tener que compartir las inclemencias del tiempo
en las cuales ellos se desarrollan.
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