Por: Juan Hernández Machado, Premio Nacional de
Filatelia 2012
En el
mundo marinero es tradición asignar un nombre a cada embarcación. Muchos pasan
sin gran trascendencia, otros entran a la historia por azares de la vida, como
sucediera con el nombre abuela (Grandma) que tenía el yate que comprara Fidel
Castro Ruz en 1956 para venir a conquistar la verdadera independencia de Cuba y
que deviniera en el ya famoso Granma, y
existen los que con solo mencionarlos abrimos un capítulo completo en la
historia de la humanidad: ese es el caso de Santa María.
Cuando se
pronuncian esas dos palabras, inmediatamente nos remontamos al primer viaje de
Cristóbal Colón a nuestro continente.
Aunque
muchas personas se dejan llevar por la corriente y se refieren a las tres
carabelas utilizadas en dicho viaje, queda claro por los datos históricos que
la Santa María no era una carabela, sino una nao.
Las naos
eran una evolución de las cocas medievales caracterizadas por tener tres mástiles
dotados de velas cuadras (algunas usaban
velas latinas- triangulares) y tener castillos en proa y en popa.
La Santa
María, propiedad de Juan de la Cosa, fue la mayor, aunque la más lenta, de las embarcaciones utilizadas en ese viaje
de Colón. Tenía 36 metros de eslora y tres mástiles, con una capacidad de carga
de hasta 51 toneladas actuales. Al inicio se llamó La Gallega y los marineros
la llamaban Marigalante. Sin embargo, Fray Bartolomé de las Casas nunca le dio
esos nombres, sino que la llamaba La Capitana o La Nao.
Como se
conoce, la Santa María encalló en la costa noroeste de la hoy República
Dominicana, quedando inservible. Parte de su madera se utilizó para construir
un fortín llamado Fuerte Navidad.
Esta es
una de las embarcaciones más divulgadas en la filatelia universal, no solamente
por los países que tuvieron que ver de alguna forma con el primer viaje de
Cristóbal Colón a América, sino por muchos otros.
Bella
embarcación, ¿verdad? Bueno, pues no
renuncie a conocerla mejor y comience a atesorar los sellos y elementos
postales que la muestran y a lo mejor se inclina por la temática de
embarcaciones, la cual le llevará por los siete mares a lo largo de los siglos
en aventuras de las más interesantes.
Dígamelo
a mí que cuando regreso de los viajes de Colón, me uno a Thomas Cook para
viajar por el Pacífico a espera que mejore el tiempo para seguir por los
caminos de Shackleton en la Antártida.
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